Volví con todas las ganas de escribir, con entusiastas propósitos de postear más seguido, y tres o cuatro cosas que contar. Había que elegir entre el pasquín del colegio, la filosofía de la vida es una mierda y es bella al mismo tiempo (esquivando paradojas retóricas, eso sí), las cotidianas traiciones a uno mismo, y el revés del silencio, pero casi sin querer terminé releyendo a Vallejo:
yo no sé con qué puertas dan a un rostro,
y algo ajeno se toma el alma mía.“
Otro
Es otro el que refleja su sombra en aguas turbias,
y sonríe.
Es otro el que encadena las palabras
y las dice
con la pasión de un vendedor de sueños
o la resignación de un ciego frente al mar.
Es otro,
y sin embargo
no encuentro mi pedazo de verdad,
no encuentro una razón para negarlo.
Sólo me queda esta inútil venganza,
este lento regreso a otro pueblo
donde alguien confunda mi nombre.
Frente al espejo
Escucho una risa que parece nacer en mi garganta
y recuerdo entonces al viejo Anselmo
en días nublados,
hablándome de la magia triste,
de los milagros sin testigos.
Caen hojas de árboles que no veo
y se escuchan otra vez el llanto y la risa
de las golondrinas que decidieron no volver.
A pesar de las horas en blanco,
las cortinas cerradas
y el misterio de la risa,
todo comienza a parecerse a las palabras.
Desierto
Si pudiera hablar
te diría que esta no es la tierra prometida.
Si pudieras escuchar
caerías de rodillas en la arena.
Y ya nada podría separarnos.