sábado, 20 de noviembre de 2010

De gigantes y genios


Ahora que MVLL ganó el Nobel de Literatura muchos entendidos han vuelto a creer en el premio, y me anoto en la lista. No es poca cosa que un premio mantenga su integridad, en estos tiempos viles en los que se sabe que los premios Planeta y los Alfaguara se ofrecen a plumas connotadas, siendo entonces mera comparsa la centena de ingenuos que envían manuscritos y guardan esperanzas (yo estoy en la foto, aunque no se me ve). Debieran guardar sus manuscritos y enviar sus esperanzas a otra parte donde sean algo menos imposibles.

Hablaba de la opinión de los entendidos. Bueno, también están los desentendidos que, por desgracia o mala suerte, nos hacen llegar su opinión porque escriben en los medios que leemos. Muchos de los que hoy llenan columnas sobre MVLL -y hablan del genio por fin reconocido- no han leído sus libros, así que son algo así como ruido de estática en una transmisión radial de un concierto de Brandenburgo. En medio del océano de lugares comunes, chauvinismos que lo dejan a uno con ganas de ser apátrida, y simples monsergas, siempre hay alguna isla que rescatar. Me gustó mucho una columna aparecida en El País y firmada por el novelista Javier Cercas (tengo "Soldados de Salamina", pero todavía no la leo, así que no puedo opinar de la calidad literaria del sujeto) en la que decía que con las primeras tres novelas el peruano ("el Perú soy yo" dijo en su primera conferencia de prensa, vaya frase para el bronce y el análisis) ya estaba para Nobel, y que lo que vino después ha sido, y seguirá siendo, una sacada de lengua desde el horizonte a todos los que tratan de seguirle el paso. Me encantó la humildad del colega que se reconoce incapaz de competir con el gigante. En Vargas Llosa hay tanto, pero tanto oficio (y disciplina, y pasión) que llegó a un Parnaso inalcanzable sin ser un genio. Y eso es lo que quería comentar.

Genio era Vallejo. A MVLL se nota que le cuesta (y esto no lo oculta, todo lo contrario) al leer las columnas para las que no dispone de tanto tiempo para corregir ni tanto espacio para desplegar su portentosa arquitectura del texto. Su libro de "Así se escribe" (Cartas a un Joven Novelista) es opaco, un anticlímax constante; uno parece estar escuchando a un profesor con mucha dedicación pero sin talento natural para la enseñanza. Todo lo contrario del delicioso On Writing de Stephen King. Vargas Llosa no es un genio que, como dice Sabina, para hacer poesía sólo tiene que mover los labios. Por eso tiene más mérito su logro, porque es alguien que no nació para eso. Es la historia de un gordito con pie plano que un día descubrió que su pasión era la maratón y dejó a un lado todo (todo) para correr y correr. Todos los días. Todos los santos (o malditos) días. Hasta que una mañana de otoño boreal alguien con acento sueco le dijo al teléfono que había ganado la maratón olímpica. MVLL dejó sus estudios, su seguridad económica, su país y su familia (materna) para seguir su pasión por escribir. Una vez instalado como escritor, postergó a sus hijos y convirtió a su mujer en algo así como su manager-secretaria para ocuparse únicamente de su oficio de escritor, exonerándose de todas las obligaciones domésticas y mundanas. Tanto postergó todo lo demás que su desarrollo de ideas políticas es de una simpleza y fragilidad escalofriantes, reduciendo toda la complejidad del mundo a cuatro ideas en las que sobresale la libertad para dominar a y hacer negocios a costa de los perdedores (El Lenguaje de la Pasión es insufrible por esa razón). Pero si uno se olvida del mentecato político puede admirar mejor al gigante literario. Mi favorita es Conversación en La Catedral, por lo local y universal, por la intimidad y la crónica política, por el desencanto milimétricamente lúcido, porque es un monumento a la novela, finalmente. También me cautivó La Fiesta del Chivo, un thriller impecable que al mismo tiempo abre las cloacas de la condición humana hasta hacernos ver que no hay aguas totalmente limpias ni sucias.
Me gustan las definiciones de genio de Schopenhauer (Talent hits a target no one else can hit; genius hits a target no one else can see) y de Sábato (Un genio es alguien que descubre que la piedra que cae y la luna que no cae representan un solo y mismo fenómeno). Dicho esto, es claro que MVLL es gigante, pero no genio. La lista de genios la tenemos todos. Pero también están lo que fueron al mismo tiempo genios y gigantes. Los que teniendo la chispa divina trabajaron como si no la tuvieran, los semidioses griegos que sudaban como esclavos negros, los que nunca se sintieron satisfechos con su enormidad, los que multiplicaron distancias que ya eran inalcanzables. Esos son pocos, pero les debemos buena parte de lo que somos. Newton, Darwin, Bach, Leonardo, quizás Edison. Allí están, en el Olimpo, sonriéndonos cada noche desde el cielo estrellado, repitiéndonos -aunque no lo entendamos- que el mayor de los recorridos no deja de ser una suma de pasos.