domingo, 1 de abril de 2012

Cayendo en la red


Nunca pensé que terminaría en una red social. Bueno, eso le ocurre a muchas personas (lo de nunca pensar). Me convencieron mis escasos pero muy fieles (hmm, dejémoslo en constantes) lectores: Alejandro, Ricardo, Mónica. Con esto el blog gana difusión y yo gano burlas de los que me recuerdan que afirmé tajante que nunca estaría en una red social como facebook. Me defiendo diciendo que la cuenta no es mía, sino de mi blog, pero seguramente no encontraré indulgencia al otro lado de la pantalla. ¿Por qué me resistía? Una primera respuesta es que por definición un sujeto asocial no debiera tener interés en una red social. Y digo asocial y no antisocial porque últimamente la prensa, la mal hablada y la peor escrita, ha dado en llamar antisociales a los delincuentes, como si después de perpetrar un latrocinio los ladrones no se fueran a celebrar felices con sus compinches y amistades varias. Sonaba más grato y más gregario cuando se les llamaba “los amigos de lo ajeno”. Me defino como asocial porque el 90% de las veces, enfrentado a elegir entre la interacción social o hacer cualquier otra cosa, descubro el irresistible atractivo de la otra cosa. Una segunda respuesta la adelanté en los comentarios del post anterior: facebook me parecía el hogar de la banalidad,el narcisismo y el tedio. Obviamente, hay bastante prejuicio y poca tolerancia de mi parte. Es claro que se trata de un medio, como un periódico o una radio, y ese medio es tan noble o despreciable como su contenido. Pero también es innegable que son muy comunes los casos que ilustran mis prejuicios. Están los que comparten con el mundo información tan  trascendente como que se están cortando las uñas, van camino a un pub, sienten frío en invierno (y calor en verano), o ese día comieron sushi. No imagino cómo podrían enfrentar la vida, sin esa información esencial, las afortunadas personas que componen su círculo de amigos. Lo que hacen los adolescentes creo que ya entra en el campo de estudio de la primatología, porque el lenguaje escrito muta en una serie de signos incomprensibles que se repiten o alternan con figuras, números y letras en apariencia aleatorias que de vez en cuando se asemejan a palabras del idioma castellano. Finalmente, están los que, convencidos de que son muy interesantes y singulares, escriben textos incompletos que apuntan a generar intriga, esperando a que el rebaño subordinado acuda presto a preguntar “qué te pasa”, para recién entonces revelar la causa de tanta angustia existencial, que es generalmente una nimiedad. En fin, todo apunta al meollo del éxito de este invento: hacer que personas comunes se sientan y actúen como celebridades.

Pero, como diría el Chapulín, no hay que morder la mano del caballo regalado, o no hay que mirarle el diente al que te da de comer. Por eso no debo ser tan crítico con ese medio de difusión que -inmediatamente, ya lo verifiqué- ha aumentado el número de lecturas de este blog pobre pero honrado (porque se niega a incluir los anuncios de Google Adsense para “ganar dinero”). De esta manera me he librado de llevar a cabo otras prácticas de dudosa moral para atraer lectores, como poner fotos de erotismo explícito o comentarios de farándula, o mandar una de las típicas cadenas de correo electrónico “Salvemos al pequeño Ojetín, un poodle retenido por la malvada aduana talibán de Birmania, de que le amputen temporalmente la cabeza y las patas; si no le mandas este mail a 10 contactos en los próximos 15 minutos entonces se cumplirá la sentencia del pequeño Ojetín y Dios te castigará”. A propósito, recuerdo que en el colegio religioso donde estudié había un cura que escribía libros. Sus obras eran de una creatividad deslumbrante, del tipo “Conversando con mi amigo Jesús”. Hasta allí, ningún problema, todos tenemos derecho a escribir nuestras cosas. El problema es que cada niño del colegio se llevaba, sin pedirlo, un ejemplar del libro. El dato que me falta es saber si lo cobraban o no. En fin, en todo caso a mí la estrategia no me sirve. Porque si le repartiera un ejemplar de mi novela a los estudiantes que he tenido, y ellos recuerdan bien las calificaciones recibidas, es probable que muchos le den un uso a la novela que requiera arrugar sus páginas primero.



* Deleted scenes:
- Y recuerde, amigo lector, amiga lectora, si Ud. hace click en Me Gusta recibirá múltiples bendiciones del altísimo (no me refiero a Alan García). Dígale adiós a la celulitis, la halitosis, la dispepsia, la estitiquez y tantas otras palabras difíciles. Navegue por facebook y encontrará a muchos otros como Ud., buscando afanosamente consumir el tiempo que les sobra.

- Llame ahora, llame ya. Nuestras ejecutivas están ansiosas de responder su llamado. Si se hace seguidor de este blog en los próximos minutos le haremos llegar a su domicilio, sin costos de envío, un ejemplar de la biografía de Don Francisco y una linterna portátil que funciona con celdas solares.

- No se olviden de Ojetín.



3 comentarios:

  1. Me gusta...Bueno, ahora no me gusta.
    :-) :-(
    www.asocial.com
    CR

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  2. Aquí se anota otra lectora. Yo no soy muy amante de las redes y no reviso mucho el Facebook, pero hace poco lo volví a revisar y encontré este blog. En general Facebook es un medio de difusión muy eficiente, y creo que como estrategia para dar publicidad a tu blog es muy buena, yo misma lo he usado para promocionar medios de comunicación independientes para que la gente pueda ver dos lados de la historia, y no el que siempre nos venden. Creo que tus escritos son valiosos y algunos muy divertidos. Es bueno encontrar este tipo de lectura en las redes sociales, de alguna forma las rescata de sucumbir en el 100% de banalidad en el que están convirtiéndose.

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  3. Gracias por tu comentario. Sí, Facebook también tiene sus cosas buenas, como la eficiencia de la comunicación masiva (cuando la causa es noble, es una bendición). Pero por ahora no me muevo de mi trinchera. En todo caso, tengo claro que lo que escribo no tiene cómo ser del gusto masivo.

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